Continuamos aquí con la segunda parte del post de Elizabeth Kao. Después de que en la primera parte nos contase cómo tomó la decisión de llevar a su hijo Ben para iniciar su tratamiento con Orto K, Elizabeth nos cuenta ahora cuál el resultado dos semanas después.
Dos semanas después…
Han pasado dos semanas desde que Ben empezó a usar sus lentes Orto K. Ya os comenté en la primera parte de este post por qué decidimos optar por utilizar este método de corrección de la visión, y cómo fueron sus primeras revisiones para recibir después sus lentillas personalizadas.
Cuando nos informaron de que sus lentes de contacto a medida habían llegado de Estados Unidos, fuimos a nuestro centro de contactología Aero-V con Brian para que aprendiera a familiarizarse con las nuevas lentillas que iba a tener que usar por la noche.
Para un novato en lentes de contacto, esto puede ser muy agobiante. Introducirse algo en el ojo, ponerse una lente dura (lente RGP, o rígida permeable a los gases, para ser exactos) que iba a hacer que sus ojos estuvieran incómodos durante unos días, hasta que se acostumbrara a ello, haría ponerse nervioso a cualquier niño.
Pero «la mamá de Ben» no era ajena en absoluto a estas cosas, porque había usado todas las clases imaginables de lentillas. Así que, gracias a mi experiencia —y a que tampoco había un motivo real para tenerle miedo— mi hijo fue capaz de llegar a sentirse cómodo rápidamente. Supongo que influyó que yo había sido una usuaria de lentillas durante más de 14 años y que mi actitud «no te preocupes. Estarás bien» ayudó a Ben a calmarse significativamente.
Pero, por supuesto, todavía estaba un poco aprensivo. ¿Quién no lo estaría?
Aprendiendo un nuevo hábito
Aprender un hábito nuevo no siempre es fácil. Ben todavía tenía que aprender a ponerse y quitarse solo sus lentes Orto K. Y por supuesto, para un niño de 8 años, aquello era desalentador. Especialmente, quitárselas.
Para aliviar su temor a apretar los párpados, optamos por usar una pequeña bomba de succión que le ayudaba a quitárselas; y tenía un número suficiente de estas bombitas, con lo que nunca se encontraría en la terrible situación de no poder quitárselas… (caso real que me pasó a mí cuando llevaba RGP en mi adolescencia).
La cita para aprender a colocarse las lentillas fue bien, y Ben recibió una cajita de regalo —que Brian preparó cuidadosamente— para llevarse a casa. El paquete completo de Aero-V para sus lentes Orto K incluía lo siguiente:
- Lentes de contacto Orto K hechas a la medida
- Un kit de iniciación para la limpieza de lentes
- Una botella de solución salina
- Una bomba de succión para quitar la lentilla y parpadear. Gotas para los ojos
- Un espejo con luz trasera
- Una caja y un pañuelo blanco (lo explico más adelante)
- Dos pares de gafas: una hecha con la graduación real de Ben, y otra con la mitad de sus dioptrías
- La garantía de un año para las lentes
- Un año de seguimiento
- Atención continuada por correo electrónico o WhatsApp con el optometrista (¡Qué asombroso, por si tuviéramos alguna pregunta!)